dimarts, 2 de desembre del 2014

Carlos Fabra ingresa en la cárcel de Aranjuez


El que fuera todopoderoso presidente de la Diputación de Castellón cumplirá un máximo de tres años de prisión por haber defraudado a Hacienda

EFE/Domenech Castelló

Carlos Fabra ya está preso. Ayer a mediodía ingresó en la madrileña cárcel de Aranjuez para cumplir la condena impuesta de cuatro años por haber defraudado a Hacienda cerca de 700.000 euros y optó por este centro penitenciario (Madrid VI) el pasado domingo tras barajar otras opciones, como la de Soto del Real. 

Con este ingreso se cierra una etapa y una forma de hacer política no sólo en la provincia de Castellón, sino en toda la Comunitat. Fabra ha pasado de ser uno de los hombres con más poder en la autonomía a estar entre rejas. 

La semana pasada, Carlos Fabra recogió de la Audiencia Provincial de Castellón la ejecutoria que le obligaba a ingresar en prisión y que le daba un plazo de cinco días para internar en un centro penitenciario y ese plazo se agotaba ayer lunes por la noche. 

Con esta decisión se pone fin a una era, la del mediático 'caso Fabra', que estalló en 2003 y que ha costado once años en llegar a un punto final definitivo con el encarcelamiento de Carlos Fabra tras un complejo y dilatado proceso de instrucción motivado, en gran parte, por los recursos de la propia defensa y por los cambios de titular en el juzgado encargado de llevar adelante la instrrucción -hasta nueve jueces y cuatro fiscales distintos-. 

Ayer, pasadas las 15.00 horas, Fabra pasó a ser interno de este centro penitenciario ubicada a escasos dos kilómetros de Aranjuez, lo que le facilitará las visitas de sus familiares. Su hija, la diputada nacional Andrea Fabra reside en Boadilla del Monte y su otra hija, Claudia, también vive desde hace años en Madrid, al igual que su exmujer, también condenada en el proceso, Desamparados Fernández y su hijo mayor, Carlos. 

Justamente la cercanía de la familia es la que ha decantado la balanza para que Fabra optara por este centro. Además, así ha conseguido evitar que se tomaran imágenes de su entrada en prisión a través de filtraciones incorrectas por parte de su entorno. El expresidente de la Diputación y del PP en Castellón durante lustros aprovechó las últimas horas en Castellón para despedirse de sus más allegados, si bien de los políticos en activo solo le han mostrado fidelidad hasta el último momento el edil de Burriana Quique Safont y su pareja sentimental y vicepresidenta de la Diputación, Esther Pallardó. 

Desde el viernes pasado Fabra estaba en Madrid donde ha estado en compañía de sus hijas y sus nietos apurando las últimas horas de libertad ya que Carlos Fabra no pasará este años las Navidades en familia, como solía hacer. 

Por delante le quedan cuatro años de prisión, si bien, todo apunta a que podría obtener el tercer grado en un año y que en otoño de 2015 ya podría acudir sólo a prisión para dormir. El exlíder castellonense está condenado a cuatro años pero por cuatro delitos fiscales: es decir, un año de prisión por cada uno. De ahí que como máximo vaya a cumplir tres años -sólo se cumple el triple de la máxima condena-. 

Con el encierro de Fabra en la prisión madrileña, muy cerca de donde fue intervenido para practicarle un trasplante de hígado, se acaba una etapa en la política de Castellón y en la Comunitat Valenciana. Desde su ascenso al poder, Fabra evidenció un carácter autoritario y una forma de gestionar la provincia cuya principal fuerza residía en tener a todo el PP comiendo de su mano. 

Su gran sagacidad política le permitió jugar sus cartas y que los distintos presidentes autonómicos e, incluso del PP nacional, optaran por mirar hacia otro lado cuando no por defenderle públicamente. El caso más visible fue cuando Rajoy le tildó de «ciudadano ejemplar». El hoy presidente del Gobierno estaba acosado entonces por una alternativa creciente que trataba de presentar una candidatura a su presidencia en el partido con Esperanza Aguirre y Juan Costa como cabezas visibles. Fabra logró intercambiar apoyo hacia su persona a cambio de ayudar a desactivar este movimiento. 

Populismo y cercanía 

Asimismo, su poder como barón territorial era indiscutible y estaba a la altura de Rita Barberá o Alfonso Rus. A todo ello se le une que nunca encabezó una lista electoral ya que a los diputados los elige el partido, no los electores y que jugó una importante baza de defensa a los intereses de Castellón, enfrentándose con miembros de su propio partido. El entonces todopoderoso Carlos Fabra aunaba populismo y cercanía y siempre estaba dispuesto a hacer un favor a quien fuera. El clientelismo fue parte de su éxito, al igual que sus salidas de tono hacia la oposición o los medios críticos. La causa contra Carlos Fabra arranca de la denuncia en 2003 de un amigo, Vicente Vilar, que le acusó de cobrarle 150.000 euros a cambio de presionar para legalizar productos fitosanitarios que, más tarde, comercializaban a través de una empresa cuyas dueñas eran las esposas de ambos. 

La denuncia abrió una investigación periodística y de Hacienda que detectó muchas irregularidades. Sin embargo, la instrucción del caso contó con varios escollos: ocho jueces pasaron por esta plaza e, incluso, la Audiencia de Castellón llegó a archivar todo el proceso hasta que, en 2011, el Supremo la reabrió. 

No fue hasta 2013 cuando Fabra se sentó en el banquillo acusado de delitos fiscales, cohecho y tráfico de influencias. El propio denunciante se retractó y no se presentaron pruebas de sus delitos por corrupción pero, en cambio, los peritos de Hacienda presentaron un informe demoledor que ha acabado con su condena, hace ahora un año. «Son varios y plurales los datos que han llevado a la sala a la convicción de que los referidos ingresos corresponde a ganancias patrimoniales no justificadas», según la sentencia. 



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