divendres, 6 de novembre del 2015

Escudos de España: Cinco siglos de historia


Si la semana pasada traté la evolución de la bandera española a lo largo de la historia (centrándome principalmente en los periodos con presencia de la actual bicolor), esta semana toca rematar la faena haciendo un análisis similar de los escudos. Por lo tanto es casi “una obligación” la leáis (banderas de España) antes de proseguir. 

Voy a intentar seguir el mismo tratamiento poniendo el punto de inicio con los Reyes Católicos y analizando los símbolos de los escudos y estandartes reales hasta unificarlos en la bandera bicolor española y su posterior evolución (incluyendo por supuesto la tricolor republicana). He intentado en la medida de lo posible consultar diversas fuentes para que el rigor histórico sea el máximo posible. 

Aun así, se debe entender que a finales de la Edad Media y durante la Edad Moderna los escudos no eran únicos, habiendo versiones y variaciones que han llegado a nuestros días y que pueden dificultar la definición exacta de los mismos. En casos de duda me he decidido por añadir aquel que sea más aceptado y en el caso de contar con varias imágenes del mismo, utilizar aquella que sea más clara y completa. 

LOS ESCUDOS ANTES DE LA ROJIGUALDA 

Si partimos de los Reyes Católicos a finales del siglo XV, debemos analizar dos momentos. El primero lo encontramos en el matrimonio de Isabel I de Castilla con Fernando II de Aragón, lo cual trajo modificaciones también en la heráldica. Cada monarca aportó sus reinos al escudo como podéis ver en la imagen de abajo. El segundo momento lo tenemos con la toma de Granada en enero de 1492, lo que provocó la añadidura de su símbolo. 



Con la posterior anexión del reino de Navarra en 1512, sus símbolos se incorporaron al escudo real, pero pronto cayeron en desuso y no volverán a aparecer hasta el siglo XIX. Tras los Reyes Católicos, llegó a España una nueva dinastía, los Habsburgo (también conocidos como los Austrias, por ser éstos sus territorios principales). Este cambio histórico fue importantísimo para el devenir de la joven España, reflejándose del mismo modo en los escudos, a los cuales se sumó la dignidad de emperador de Carlos V (lógicamente añadió a su escudo los territorios que heredó de su familia). Aparecieron algunos símbolos aún usados hoy en día como el lema “Plus Ultra” (más allá), referido al “nuevo mundo” (el continente americano). Las columnas de Hércules venían a representar también el proceso de la conquista del mencionado continente. Otros dos símbolos que no han sobrevivido con el paso del tiempo, fueron la sustitución del águila de San Juan de los Reyes Católicos por el Águila Bicéfala (símbolo imperial) y la aparición de la Cruz Borgoñona o de San Andrés. El resultado, algo complejo, puede verse a continuación. 



A Carlos V le sucedió su hijo Felipe II, el cual no tuvo la dignidad imperial del Sacro Imperio Romano Germánico, lo que simplificó algunos símbolos de su escudo, aunque la gran mayoría de territorios europeos siguieron representándose en el mismo. Pero el principal añadido lo tenemos con la unificación de España y Portugal en 1580, hecho que se daría oficialmente hasta 1668. Esta unión no sólo fue a nivel europeo, sino que incluyó el vasto imperio colonial de ambos países. 



Pero la separación de España y Portugal no llevó asociada grandes cambios en los escudos, pues el escusón portugués se mantuvo hasta el fin del reinado de la dinastía de los Habsburgo con la muerte de Carlos II en 1700. Al morir sin descendencia, se inició una pugna entre dos casas reales europeas por el poder: Los Borbones, en la figura de Felipe de Anjou (futuro Felipe V) y los Habsburgo en la figura del Archiduque Carlos. Ambos utilizaron estandartes reales basados en los anteriores españoles, añadiendo cada uno el escusón central de su familia real. 



Tras una cruenta guerra de sucesión que mutiló a España (1700-1713), Felipe V llegó al poder y una de sus primeras medidas fue castigar a aquellos que se le opusieron en la contienda (principalmente el reino de Aragón). El primer cambio significativo lo observamos en muchas banderas militares, pues los signos de Aragón generalmente desaparecen, siendo sustituidos únicamente por los de Castilla. A pesar de esta puntualización, en su estandarte personal seguían apareciendo todos los reinos sobre los que ejercía autoridad. 



Si seguimos el avance histórico hasta encontrar cambios significativos, debemos hacer una parada en Carlos III. Si habéis leído la entrada anterior sabréis que fue él quien tras un concurso hizo nacer a la bicolor española, al menos en la marina. 

Pero si analizamos su estandarte real, observamos la inclusión de dos nuevos símbolos. Hay que entender que Carlos III siendo el tercer hijo varón de Felipe V tenía muy difícil gobernar en España, por lo que buscó fortuna en los territorios de los Borbones en Italia. Esto le llevó a gobernar los ducados de Parma, Piacenza y Toscana (símbolos que añadió a su escudo de armas personal) y posteriormente el Reino de Nápoles y Sicilia. Al morir su hermano Fernando VI sin descendencia efectiva, fue llamado a España a gobernar, trayendo consigo las modificaciones que muestro a continuación (y que salvo periodos sueltos estuvieron vigentes hasta la caída de Alfonso XIII en 1931). 




Si entramos ahora en el terreno de la bandera bicolor, hay que observar dos puntos clave. El primero ya lo indiqué en la anterior entrada, al ser la primera vez que una bandera hacía referencia a la nación española (al término nación típico del despotismo ilustrado). El otro punto clave lo encontramos al entender que la bicolor fue considerada inicialmente como bandera de la marina española, y como otras tantas banderas militares de la época borbónica, el escudo de armas se reducía a las armas de Castilla (aunque existe la teoría de que los colores rojo y gualda puedan venir de los colores de Aragón). De esta manera se tenía un escudo mucho más simple y sencillo, demostrando que Castilla era considerada el reino motor de la nación desde su ferviente apoyo a los Borbones en la guerra de sucesión. A partir de aquí voy a centrarme principalmente en los escudos considerados como nacionales, aunque haré referencias a algunos propios de la monarquía reinante. 



LOS ESCUDOS “NACIONALES” 

Desde que queda oficializada la bandera bicolor en 1785, van a verse algunos cambios en función de los acontecimientos. El más fundamental lo tenemos con la guerra de independencia española, cuando la llegada a España del hermano de Napoleón, José I, vino acompañada de una propuesta de escudo nueva. He decidido incluirla por un aspecto fundamental: Aparece por primera vez a nivel nacional las cadenas y barras del escudo de Navarra (supuestamente por la importante relación de este reino con Francia en el pasado). Aunque en la época fuese considerado como una imposición extranjera, a la larga ha acabado teniendo mucha más influencia de la que se puede pensar, pues una simple ojeada nos muestra su distribución “algo similar” al escudo actual. 



Tras la retirada de las tropas napoleónicas, la bicolor de 1785 ya había ganado un peso importante y así se mantuvo hasta que nuevos vientos soplaron en el país. Si hacemos zoom en el periodo que va entre 1868 y 1874, encontramos cambios significativos en los que merece la pena detenerse. La caída en desgracia de los Borbones y su abandono del trono llevó a las clases dirigentes a realizar una modificación del escudo, que aunque no llegó a ser oficial, sí que fue de nuevo determinante en el escudo que actualmente utilizamos. Se aluden muchas razones del cambio, algunas invocando al espíritu de la revolución francesa (de ahí la fuerte inspiración con el escudo traído por el hermano de Napoleón), otras a querer reflejar en él a todos los territorios europeos en los que realmente España ejercía la soberanía (en contraposición al símbolo imperante castellano-leonés). Pero quizás el aspecto más importante lo encontramos en la corona. El fin de la monarquía hizo pensar en retirar todos los símbolos puramente monárquicos, lo que fundamentalmente afectaba a la corona del escudo y a la casa reinante. Entre las múltiples posibilidades se optó por la corona mural, supuestamente porque no prejuzgaba ninguna opción de gobierno (ni la monarquía por no ser una corona real, ni la república por no ser una corona cívica). Otra particularidad de este escudo provisional fue que volvieron a incluirse las columnas de Hércules en el mismo, las cuales no volverían oficialmente hasta 1931. 



Pero como ya he señalado, esta propuesta no fue oficializada en esta época y la llegada de la casa de Saboya con Amadeo I provocó la sustitución del escusón de los Borbones por el de Saboya en el estandarte real (pero la bandera oficial no cambió). Tras su abdicación, llegó la primera república, la cual exclusivamente quitó la corona real al escudo Castellano-leonés anterior de la república (en muchas banderas oficiales por motivos de presupuesto la corona fue cubierta con una tira amarilla). Este cambio sería revocado con la restauración al trono de los Borbones en 1884. La bandera de 1785 volvió a ser la imperante durante los reinados de Alfonso XII y XIII y desapareció en el olvido a partir de 1931, habiendo tenido el honor de ser la bandera bicolor oficial de la nación española que más años ha estado vigente (si contamos su origen en 1785 y quitamos el único periodo en el que no fue oficial, la primera república, suma un total de 145 años). 



1931 trajo de nuevo la república a España y esta vez sí hubo cambios tanto en el escudo como en la bandera. Apareció la tricolor, añadiéndole una franja morada (de aún discutido origen) y convirtiéndose por primera vez en oficial el escudo que fue usado no oficialmente entre 1868 y 1870. 



Pero España fue presa del dramatismo más absoluto con la guerra civil, guerra que también se trasladó a las banderas y escudos. Los republicanos mantuvieron los suyos durante todo el conflicto, mientras que los sublevados franquistas fueron adaptándolos. Como ya comenté en la anterior entada, en un inicio usaron la bandera republicana. Posteriormente, y para atraerse entre otros el apoyo del carlismo, adaptaron sus colores a la bandera bicolor pero manteniendo el escudo con la corona mural (la bandera bicolor con el escudo mural es la bandera que he comentado que de manera no oficial se usó entre 1868 y 1870). Curiosamente al ser la única diferencia cromática con la republicana la faja de color roja en lugar de la morada, provocó que a muchas banderas republicanas se le cosiese una tela roja encima. Este ejemplo de bandera se usó en algunas zonas sublevadas en 1936-1938, siendo en este año cuando se oficializó una bandera casi idéntica a la de los Reyes Católicos (las diferencias eran las columnas de Hércules y el lema de “Una, grande y libre”). 



Con la victoria de los franquistas, sus símbolos coparon todo lo relativo a la representación de España. La bandera con el águila de San Juan fue el signo distintivo de la dictadura española y actualmente sigue reconociéndose como el símbolo del fascismo español. En 1945 se hizo una modificación al escudo, aunque el resultado varió poco. La muerte de Franco y el posterior periodo conocido como la transición a la democracia siguió utilizando la bandera bicolor con el águila, haciéndose una modificación en 1977 que duró hasta 1981. 



A partir de 1981 se cambió de nuevo el diseño y el resultado es el escudo actual de la nación española. Se suprimieron los símbolos relativos a los Reyes Católicos como el águila, el yugo y las flechas y se recuperó la corona, al pasar España a ser una monarquía borbónica de nuevo. A modo de conclusión, señalar que el estandarte real del actual monarca, Felipe VI, es muy similar al de Amadeo I de Saboya (1871-1873), cambiando el escudo saboyano por el borbónico. 



Espero que os hayan gustado estas dos entradas y que lo aprendido lo transmitáis a la gente que os rodea, pues creo firmemente que debemos conocer al menos la historia de los territorios que habitamos. ¡Hasta la semana que viene! 




BIBLIOGRAFÍA 

Al igual que en la anterior entrada, incluyo la bibliografía principal consultada: 

 Compendio de las banderas de España, 3º edición. Rafael Luís Gómez Herrera (Sociedad Española de Vexilología)

Otras fuentes: 
  

Publicado en el blog: La Trompeta de Jerico.



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